Afortunadamente en Rincó Ombú chico el Curiango es tan confiado que nos permite acercarnos bastante a el, casi al extremo de poder tocarlo si quisiéramos. Experiencia inolvidable que pude vivir por segunda vez en este lugar durante la noche del 4 de Julio pasado, tal vez el frío lo mantenía aletargado y luego de las fotografías lo dejamos tranquilo para que siga durmiendo.
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