Amanece, y aparece la belleza ante mis ojos, el verde se satura y el cielo con la luz de los primeros rayos del sol inunda el paisaje con su tonalidad cálida.
Una pareja de carpinchos me recibe despertándose luego del descanso nocturno, veo sus rastros de caca y sus huellas en el camino.
Presto un poco mas de atención y veo que estas pisadas no son las únicas; centenares de huellas de Saracuras tapizan el suelo arenoso creando texturas asombrosas.
Un Lobito de río nada del otro lado del camalotal aguas arriba buscando compañía, a su paso los patos levantan vuelo hacia el horizonte.
Bandadas de aves cruzan sobre mi cabeza para comenzar la jornada
Desde el monte, las aves me reciben con sus primeros cantos del día, infinidad de sonidos llenan mi cabeza de tal forma que me cuesta identificar a quiénes los producen.
Llego al lugar y me sorprendo de lo que veo, una gran montaña de arena me da la pauta se que le queda poco tiempo a este paraíso, me pongo las botas, la cruzo y un Hocó colorado se espanta al escuchar la sirena del barco arenero que se acerca a descargar.
Los Boyeros, los Espineros, los Pepiteros y muchos otros compañeros de vuelo me regalan un espectáculo digno de presenciar que hace olvidar por un momento el primer obstáculo que tuve que pasar para llegar a este camino amigo de muchos amaneceres.
La Garza mora vuela entre montañas de tierra buscando los espejos de agua cubiertos de camalotes para buscar su alimento.
Quiero decir antes que no soy un ecologista, soy un simple fotógrafo que se siente atraído ante tanta belleza, y la comparte por este medio para que ustedes, amigos lectores participen de algún modo de estas vivencias.
Me pregunto al mismo tiempo, podemos vivir generando electricidad, construyendo caminos, y generando progreso respetando a la madre naturaleza?. Quisiera creer que sí, pero lo que veo cada vez que me acerco a nuestro río me da la pauta de que no es así.
Muchas veces me he maravillado viendo por televisión paraísos naturales, ahora salgo y me maravillo en vivo y en directo.
Nosotros tenemos uno enfrente a nuestras casas, sepamos cuidarlo para que nuestros hijos también se maravillen.
Hermosas Marcelo, simplemente hermosas, esa 88 que no abrió las alas, la descripción del amanecer me llevó imaginariamente a muchos años atrás, cuando jamás pensamos que alguien cometiera la osadía de atajar al Paraná en una represa. Abrazos, no estás solo...
ResponderEliminarGracias chamigo por pasar y comentar!!!
ResponderEliminar1 abrazo grande!!!!!
La sensación de pérdida es imnensa, un lugar que supo ser unos de los favoritos de aves del nea hoy ve su ocaso y nosotros , simples espectadores impotentes de un avance?????
ResponderEliminarCuesta explicar con palabras lo que se siente presenciar eso sin herir susceptibilidades ajenas.
ResponderEliminarDije en la entrada, no me considero un ecologista.