Estando en cercanías de San Antonio en la isla Apipé Grande escuchaba cantar a un chinchero y me quedé un rato a esperarlo eligiendo un poste al costado del camino porque calculé que en sus grietas casi seguro habrían insectos. No estaban dadas las condiciones de luz para fotografiar aves en vuelo por lo gris del cielo y porque la niebla todavía no aflojaba, algunas garzas, cuervillos, y bandurrias pasaban cerca pero no tenía ganas de desperdiciar fotos en algo que después no sirve. Con las aves del pastizal ocurría lo mismo, tan húmedo estaba todo que estas no aparecían, salvo algunas monjitas y cardenales que perchaban en los cables del tendido eléctrico.
No tuve que esperar mucho tiempo hasta que por fin apareció lo único que pude fotografiar en esa parada del camino mientras charlábamos unos minutos con Aníbal nuestro anfitrión y Willy mientras yo anotaba las aves que vocalizaban, otra manera distinta de practicar esta actividad.
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