Hoy a la mañana cuando salí del kinesiólogo y no tenía nada que hacer, me fui después de bastante tiempo hacia el Arroyo Antonica; luego de un amanecer bastante nuboso el astro rey se asomó entre las nubes haciendo que mejoren bastante las condiciones para fotografiar bichos. Desgraciadamente algunos niños estaban muy entretenidos arrojando piedras en la zona del puente de la Avenida Centenario y me tuve que alejar unos 100 metros bordeando el arroyo; en un momento una lluvia de piedras cayó cerca de los arbustos de la costa espantando a una gran bandada de Varilleros arruinando todos mis intentos de acercamiento, y con todo el ruido de la bandada se terminó de despertar este Ñacundá que seguramente estaba descansando en la sombra; por lo menos lo tuve un poco mas cerca si comparo con la última vez que fotografié esta especie en mi casa.
Luego de dar dos vueltas sobrevolando el arroyo, volvió a posarse en el mismo lugar en donde estaba.
Este corre con ventajas porque es difícil encontrarlo cuando está en el suelo, haciendo que los destinatarios de la absurda diversión de la gurisada sean las Garzas, las Jacanas, las Pollonas, y los Varilleros.
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